En julio de 1812, el Triunvirato encargó al Cabildo que encontrara un poeta o músico, que pudiera escribir una canción patriótica o marcha de esa clase y del ambiente surgieron los dos hombres que podían hacerla, el capitán de Patricios Vicente López y Planes y el maestro catalán Blas Parera.
En noviembre de 1812, en los salones del Consulado, se estreno la composición y ésta prendió en los labios de los que coreaban su primera estrofa: Oíd Mortales el Grito Sagrado! Libertad, Libertad, Libertad! Oíd el ruido de rotas cadenas, ved en trono a la noble igualdad.
Tiempo después, un 11 de mayo de 1813, la Asamblea General Constituyente dio el rango de Canción Nacional a unos versos que decían:
A vosotros se atreve argentinos
el orgullo del vil invasor,
vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor
mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener
a esos tigres sedientos de sangre,
fuertes pechos sabrán oponer
San José, San Lorenzo, Suipacha,
ambas Piedras, Salta y Tucumán
son letreros eternos que dicen,
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la patria
su cerviz orgullosa dobló.
Sus sones, estimularon al Ejército Libertador en la prueba suprema del Cruce de los Andes y fue cantado a más de 5.000 metros de altura como un hilo sonoro que unió las voluntades de aquellos paisanos. Fue asimismo el primer verso patriótico que se cantó en Chile y en Perú, llevado por nuestras bandas militares.
Un 20 de noviembre de 1845, sus estrofas; entonadas en la Vuelta de Obligado, desafiaron el atrevimiento de la escuadra anglofrancesa que pretendió mancillar el honor nacional, sin más derecho que la fuerza.
En 1860, el mayor Francisco Faramiñán encargó al profesor Pedro Esnaola la armonización musical de una versión unificada del himno, pues cada banda militar lo ejecutaba según sus posibilidades técnicas. Más tarde, pasado el furor de la contienda y en aras de un verdadero sentimiento de comprensión hacia la Madre Patria, se quitaron los versos que aludían peyorativamente al español realista.
Un 30 de marzo del año 1900, el Presidente Julio Argentino Roca dio un decreto que estableció la intangibilidad del símbolo musical de los argentinos, cuyo canto de 9 estrofas demoraba 20 minutos pero, allí mismo ordenó que en los actos oficiales sólo se cante la primera y la última cuarteta y el coro de la composición.
En 1982, durante el conflicto del Atlántico Sur, si bien no hubo bandas militares en el archipiélago, el canto del Himno, “a viva voz”, recordó a los soldados argentinos sus deberes con la sociedad y se oyó en la turba malvinera el 25 de mayo, con motivo del día de la Patria y el 29 al recordarse el día de nuestro Ejército.
Nuestro bicentenario himno fue compañero del soldado durante la guerra y se constituyó un medio eficiente para infundirles arrojo y valentía en el campo de batalla. La historia de este símbolo sonoro, rescató nombres, episodios, y sobre todo el coraje unánime de doscientos años de servicios a la Patria. El Himno estuvo presente en todas las hazañas militares y estas no pudieron haberse realizado sin su oportuno auxilio.
Sus estrofas nos recuerdan tanta sangre derramada en pos de la libertad y para nosotros es un compromiso renovar ese entusiasmo, cada vez que se oiga: ¡Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir!