Artículo del Servicio de Orientación: HERMANOS

Buenos días estimadas familias:

Tal como ha sido mencionado en encuentros anteriores, es nuestro deseo desde el Servicio de Orientación Escolar acompañarlos durante este tiempo de  cuarentena, con todo lo que significa e implica dicha  situación. Esperamos que se encuentren bien de salud, transitando lo cotidiano de la mejor manera posible.

Esta semana queremos llegar a ustedes con un tema, también cotidiano y propio de nuestras familias. Esto es el vínculo entre hermanos.

No cabe duda que en el inter juego de comunicación, tareas, actividades, recreación  y demás acciones diarias, no pasa desapercibida la presencia y la relación de nuestros hijos en su vínculo de hermanos.

 Pues bien, es conocido por todos que el primer espacio sobre el cual las personas tienen vivencias significativas es la familia. La interacción y comunicación con los padres y demás adultos de la familia constituyen el ámbito privilegiado para el aprendizaje de las relaciones, donde los hijos aprenden a funcionar completamente. Y  el vínculo entre los hermanos es el resultado de una gran intimidad que no es elegida por ellos, sino que  ya viene  dada. Los hijos aprenden, desde muy temprana edad que sus padres les han dado ese compañero/a o esos compañeros/as para toda la vida.

Una familia se estructura en torno a tres grandes ejes: el vínculo de la pareja parental; el vínculo de los padres con cada uno de sus hijos; y el vínculo de los hermanos entre sí. El hecho de vivir en compañía de un hermano/a constituye un papel muy importante en la construcción de la personalidad. Para insertarse luego en un grupo social, cada miembro debe realizar aprendizajes que comienzan en la familia, para encontrar luego “su lugar” en otros grupos y diferenciarse adecuadamente de los demás. Ser uno mismo, es indispensable para lograr un equilibrio saludable en toda persona.

La fratría (así se le llama al vínculo entre hermanos) o el vínculo fraterno es un vínculo de amor, pero constituido a su vez de rivalidades, celos, enojos, complicidades, etc. Esta relación, al igual que la mayoría de los vínculos, se establece sobra la cotidianidad, sobre las cosas compartidas: el lugar donde se vive, las comidas, los recuerdos, los juegos, el hecho de que uno u otro pueda reconocer por ejemplo, el perfume de papá cuando se lo cruza en el pasillo, o coinciden en el baño, quizás. Los vínculos nacen de la experimentación prolongada y de las experiencias repetidas.

Compartir es un elemento importantísimo en la constitución de la fratría. Lo primero que tienen que  compartir es el amor de los padres, y muchas veces pareciera que se vuelve imposible en los acontecimientos diarios  (de ahí tanta cantidad de demandas,  de búsqueda de  atención que los padres reciben de todos los hijos a la vez, o los reproches y reclamos porque “yo ya levanté la mesa…”  o “no me toca a mí darle de comer al perro…”, y muchas situaciones más); pero también compartir objetos  a veces se hace difícil (por ejemplo el escritorio o la mesa donde hacemos las tareas, y ni qué hablar del celular o la compu de papá  o mamá). Y tal vez, sea importante mencionar que los padres  deben recordar, aún en los momentos más difíciles, que la rivalidad es también la competición que ayuda a los hermanos a crecer.

El compartir cosas (juguetes primero, ropa después u otros objetos) implica un aprendizaje y un ejercicio permanente del vínculo entre hermanos. En esta práctica hay muchos aprendizajes en juego, algunos de los cuales son trascendentes para la socialización y las posibilidades de adaptación a un medio social, con los permanentes ajustes y reajustes que las situaciones reclaman.

Uno de los aprendizajes más relevantes es el de la empatía, que requiere comprender las necesidades de otro, y que esas necesidades pueden ser prioritarias en relación a las propias en un momento dado. Por ejemplo, en una familia donde hay dos hermanos, los dos tendrán derecho al uso de la computadora, pero quizás uno de ellos la requiera en forma prioritaria cuando debe resolver un examen, en estos tiempos de educación virtual, motivada por la cuarentena, y por lo tanto el hermano, deberá ceder su turno de uso.

Otro de los aprendizajes es el de la resolución de los conflictos que indefectiblemente surgirán entre los hermanos. Este proceso puede y debe ser regulado por los padres (sobre todo en la infancia). Ahora bien, se deberá regular esa intervención, ya que un exceso de la misma por parte de los progenitores no favorecerá el desarrollo de habilidades comunicacionales ni afectivas de los hijos, sino que actuará inhabilitándolos en la vinculación entre sí.

La tolerancia a la frustración derivada del hecho de que los resultados fueron diferentes de lo deseado o lo planeado constituye otro de los aprendizajes centrales dados por las relaciones al interior de la fratría.

Cabe mencionar, que desde  pequeño, el niño vive sus relaciones fraternas a través de la relación con sus padres. Por ello es tan importante la presencia y mirada de los padres ante las consideraciones hacia sus hijos y la relación entre ellos. El tratar de ser equitativos, medidos en las palabras, atentos a las diversas necesidades, respetuosos de las diferencias entre los hijos, etc, que harán que ellos vivan a los padres como claros ejemplos y referencia de consideración, cuidado y reconocimiento hacia el otro. Los hijos y miembros de una fratría son seres únicos que no perciben el mundo (ni a sus padres o sus acciones) de manera idéntica ni al mismo ritmo. Cada uno tiene sus habilidades, sensibilidades, sensaciones, recuerdos y modalidades  diferentes de encarar la vida.

Los padres tenemos una enorme responsabilidad, ya que trazamos la geografía vital y emocional donde van a asentarse los vínculos de nuestros hijos.

La calidad de las relaciones fraternas depende muchas veces, de la magia de revivir juntos momentos pasados. La fratría es una mini sociedad, y como ella necesita de reglas que eviten dejarse dominar por los impulsos y desbordes.

El vínculo fraterno se instala en la continuidad y en el tiempo. La fraternidad es un tiempo compartido, y esto es lo que enseñará posteriormente una adecuada inserción a los diversos grupos extra familia. La vida en el interior de la fratría es lo que permite que cada uno se ejercite en la socialización antes de vivir sus propias experiencias fuera de casa (o mientras se viven esas otras experiencias).

El tiempo y la ineludible presencia de los padres como referentes claros en este vínculo de hermanos, será lo que ayude a diluir o encauzar las rivalidades y diferencias significativas entre los hermanos.

(Continuará)

Bibliografía consultada:

  • Bittón, Alicia: “Hermanos: Luces y Sombras”.  Psicolibro Ediciones
  • Fernández Moya, J. y Richard, F. : “De crianzas y socializaciones”. Editorial de la Universidad del Aconcagua.
  • Ruffo, Marcel:” Hermanos y Hermanas: una relación de amor y celos”. Edit. Grijalbo.-

¡Muchas gracias!!

Lic. Sonia Pisinatti y Lic. Ma. Belén Morales (Psicólogas).-